Hoy, 24 de marzo, se cumplen 49 años del golpe de estado que derrocó al gobierno democrático de Isabel Perón, conocida como “Isabelita”. El gobierno de Perón estaba profundamente desgastado debido a las acciones armadas de los grupos guerrilleros Montoneros y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), que intensificaron el clima de violencia política en el país. En este contexto, el golpe de estado fue encabezado por la Junta Militar, liderada por el General Jorge Rafael Videla, y puso fin a la administración constitucional, instaurando una dictadura que duraría hasta 1983.
La Junta tomó medidas extremas, implementando una política de represión ilegal, censura, persecución y desaparición forzada de miles de personas, en lo que se conoció como el “Terrorismo de Estado”. Durante este periodo, el poder estaba concentrado en las tres ramas de las Fuerzas Armadas: el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea, quienes gobernaron el país con un régimen de control absoluto, violando sistemáticamente los derechos humanos.
La recuperación de la democracia se concretó en 1983 con la asunción de Raúl Alfonsín como presidente, dando inicio a un proceso de justicia que, sin embargo, se vio interrumpido en sus primeras etapas por las leyes de amnistía.
Antes del retorno a la democracia, Argentina vivió la Guerra de las Malvinas en 1982, un conflicto bélico con el Reino Unido por la soberanía de las Islas Malvinas. La derrota en la guerra precipitó la caída de la dictadura. Con el regreso de la democracia, se iniciaron los juicios a las juntas militares en 1985, pero las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, sancionadas en los años siguientes, limitaron la posibilidad de juzgar a los responsables de las violaciones a los derechos humanos.
En los años 90, el presidente Carlos Menem otorgó un indulto a los represores, lo que dificultó la justicia. Sin embargo, durante el gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007), se derogaron estas leyes, reabriéndose los juicios por delitos de lesa humanidad. Esto permitió el juzgamiento y condena de muchos represores, consolidando la política de derechos humanos en Argentina y marcando un avance importante en la búsqueda de verdad y justicia.
Hoy, a 49 años del golpe, la memoria, la verdad y la justicia siguen siendo los pilares fundamentales de la democracia argentina.